lunes, 25 de abril de 2011

Una noche entre las llamas.

La naturalidad encerrada en la artificialidad,
ya no se llora por esas apenadas historias.

Ausencia menuda, y es que menudos ojos.
Derritirían Plutón, y a miles de astros más,
sabes que tienes las estrellas a tu merced.

Te desnudas a navaja, sueltas el cuchillo,
montas en tu coche y gritas a susurros,
secretos a voces que en silencio hacen ruido,
quieres temer al lobo sin oír sus aullidos.

Sueñas lo imposible y lo haces de verdad,
apagas fuegos con sólo pestañear,
el viento te acaricia y se deja respirar,
las nubes te escriben poemas sin parar.

Un músico sueña con escribirte letras,
Canciones de amor que están por dedicar,
una melodía que de veras te pueda deleitar,
un susurro al oído para que veas que estoy detrás.

Amantes escalan tu balcón sin cuerda ni cincel,
sueñan con dejar esta vida parisina de ensueño,
con que les acaricies, y con que no alces el vuelo.

Yo sueño con tener entre mis brazos el deseo,
inmortal, vibrante e intrascendente de quererte,
y recitarte Shakespeare cual Perseo.

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