Todos somos Dios.
Vivimos por y para Dios y descubrimos un buen día que todos somos Dios y que todos somos vida y que allí donde estamos llega Dios por esa misma razón, porque somos Él. Vivimos, entonces, por y para nosotros mismos, para enriquecer nuestro alma, para enriquecer el alma del vecino y del amigo que nunca te deja solo, del hermano, del prójimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario