Hablar conmigo nunca fue una de tus mejores ideas,
no fue alegre el resultado en mi corazón,
Te guardabas el sol en el bolsillo a cada luna llena,
y yo no podía creer que que fuera ella,
la que sin querer quererlo quiso que la quisiera.
Salí de casa, dejando la puerta abierta,
y corrí hacia la tuya a paso de atleta.
Enfrente de tu ventana, puse nuestra canción,
bailé el robot, y el resto de cosas...
vinieron por si solas.
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