viernes, 16 de diciembre de 2011

La incongruencia lírica de los sentimientos incandescentes.

Sus movimientos no dejan de ser bailarinas de viento que, acto tras acto, desnudan mi alma haciendome sentir emociones a quemarropa.
Son bellas estocadas como las que haría un maestro espadachín
esgrimiendo brillantes sonrisas con olor a cielo
en vez de espadas hechas con frio acero.

Cada acto cotidiano, cada sonrisa desinteresada, cada parpadeo de vértigo
se convierten en caricias a mi entendimiento, en la pasión que,
gracias a tu ser, ostento con la osadía de un gran Rey que sólo puede ganar
pero, que de no ser así, todo lo podría perder.

Hace las veces de sanadora y, por la noche, es todo lo que pudieras querer.
Es una centella relampagueante que se te escapa entre los dedos a la que no puedes atrapar;
es el sentimiento de una llama que no se puede apagar,
un tren sin control al que no puedes parar.

Eres un sueño tan grande que no se te puede abarcar,
eres un sueño del que me tengo que despertar.

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