Vivo otra vez el frío,
bebo otra vez de la sobriedad,
la frialdad de mañanas congeladas,
y de tiempo que no avanza.
Vivo otra vez la desesperanza,
y la aspereza de beber esperanzado
y acariciando el escaparate
mientras veo la arena caer.
Y caes...
caes de bruces.
Con la mirada perdida,
rodeada de luces, me dices,
que me deje de estrellas y cruces,
(dices,
o decías...)
Porque tú has caído,
pero yo sigo clavado.
Hoy, digo adiós a mi vida, y abrazo
la esperanza de resucitar.
Resucitar, a veces, no es más que seguir viviendo.
ResponderEliminarResucitar es el movimiento natural. La muerte no existe, sólo el miedo a ser olvidado.
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