Qué gracia me hacen tu sonrisa
y tus ganas de volar.
El viento te pilló de improviso
con las alas descuidadas,
bordadas con hilos de azafrán.
El tiempo ya no vuela, se queda estancado
y, en eternos segundos,
morimos.
Las plumas ya no escriben,
están de huelga -o eso dicen-.
Los sueños se han parado,
y las agujas, sucias de barro,
piden ser limpiadas, con cuidado,
¡no las rompas!
No quieras quedar atado a
un momento que no es tuyo,
a una realidad obtusa,
a una maja sin blusa.
¡Qué gracia me hace tu sonrisa!
¿Y esas ganas de vomitar?
Antes de levantarte dos
palmos sobre el suelo
aprende a volar.
Qué gracia me hacen tu sonrisa
y tus alas al soñar.
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