Para qué atender a las caricias de la suave brisa
cuando puedes oír el rugir del tiempo a nuestras espaldas,
dejando una realidad destrozada tras de ti;
el ocaso, el óbito, la muerte, el invierno, el fin.
El ímpetu del mar,
el brillo de la luna contra el estruendo de un rayo
rompiendo la noche, destrozando cristales, tapando palabras y gritos de dolor.
Todo lo que empieza tiene un final.
Echo de menos lo que nunca he tenido.
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