Ojeras en el tiempo, y en el acto
cansancio en la idea a realizar.
Esperanza diluida en un tiempo,
y de nuevo, convencimiento.
Quedan en nuestra memoria rosas rojas
y se recuerda su olor, y el dolor de las espinas,
y las cicatrices en la confianza.
El tiempo las ha secado, y las púas ahí siguen,
en punta y afiladas para quien las quiera regar.
Me sangran las manos,
no pienso parar.
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