jueves, 28 de junio de 2012

Viviendo bajo aviones.

Para qué atender a las caricias de la suave brisa
cuando puedes oír el rugir del tiempo a nuestras espaldas,
dejando una realidad destrozada tras de ti;
el ocaso, el óbito, la muerte, el invierno, el fin.

El ímpetu del mar,
el brillo de la luna contra el estruendo de un rayo
rompiendo la noche, destrozando cristales, tapando palabras y gritos de dolor.
Todo lo que empieza tiene un final.

En el camino al aeropuerto.

Una espera larga y tortuosa
como la de un amanecer que nunca llega
o la de tus larguísimos pestañeos en el tiempo.

Deja las prisas para desnudarnos y reír
que ya tendremos tiempo para sufrir
y para que suenen violines,
siempre tan melancólicos, tan melódicos como siempre,
siempre llorando por su tierra, su mar, su amor
y las virtudes de otro tiempo en alza.

viernes, 15 de junio de 2012

Solución Final (Historia Fatal).

Cada vez que sonrío contigo
es una sonrisa que me robas,
una porción de felicidad malgastada.
Tiempo mal invertido.
Esfuerzo para nada.

Pero en cambio, aquí sigo yo,
impasible —Por otra parte, gilipollas...—,
mirándote sonreír,
viendo cómo me haces daño.
Quemándome el alma,
desgastandome el corazón.

Parece que te hace gracia,
el verme sufrir,
es como si tuvieras ganas,
lo imagino, te veo reír
mientras yo sangro,
mientras abres, con gusto, mis heridas.
Me metes el dedo en la yaga,
¡Qué injusticia! Yo no soy Jesús.
(Ni mi madre María, ni mi padre José)
¡Míralo! ¡La herida es real!
Las lanzas fueron tus palabras de esperanza;
esperanza que yo guardaba con la fe de no acabar
destrozado, como siempre, en la cama, sin respirar.
Sin ver, medio muerto, sin querer esperar
a que decidas si dispararme en la cabeza o no.
Por favor, hazlo, tengo las rodillas destrozadas
y dejarme como un colador no solucionará nada,
aunque será, al menos, una Solución Final.