miércoles, 28 de noviembre de 2012

Dudas de un feligrés enamorado.


¿Qué diferencia esta noche de todas las demás?
¿Por qué hoy soy esclavo de un sentimiento ahogado?

¿Qué diferencia esta noche de todas las demás?
¿Por qué esta noche me acuesto solo queriendo estar acompañado?

¿Qué diferencia esta noche de todas las demás?
¿Qué diferencia la noche más bella de la más angustiosa?
¿La vida de la muerte? ¿La pasión del deseo?
¿El dolor del placer? ¿A ti de mí?

Este corazón en llamas arde y grita en su cruz,
y crea charcos de desesperanza que emiten luz.
¿Lo harías mejor? Dime, piensa, ¿qué harías tú?

¿Qué diferencia esta noche de todas las demás?
¿Por qué me declaro hoy siervo de la esperanza?

¿Qué diferencia una mente enferma de otra sana?
¿Por qué los puñales no se derriten y atraviesan mi pecho?
¿Por qué hay flechas que se clavan en el alma?
Dime, ángel de amor, ¿por qué me haces esto?

—Dime, ¿qué marca la diferencia?
—Cariño, lo sabes, la marcas tú.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Revuelto de sentimientos (Las palabras sensibles)


Ni sístole ni diástole,
ni voces roncas gritando sandeces,
ni el famoso ímpetu del viento,
ni mareas,
ni la incansable fuerza del desaliento,
ni colores ni esperanzas,
ni convencimientos ni ideas,
ni las palabras más sobrecogedoras,
ni las melodías más alentadoras,
ni las cabezas descapulladas,
ni las sedas más suaves al tacto,
ni las miradas más incendiarias
cubiertas de párpados sensuales
y ambientes de putiche de aguardiente y parador.
Ni la lluvia ni la nieve,
ni el sol a pleno gas,
ni el invierno congelando
los sentimientos de ultramar.
No queda absolutamente nada,
no hay nada que pueda cambiar esto,
nada, excepto la gente que dice que no,
excepto las almas solitarias
de aquellos que luchan con todo que perder
y mucho más que ganar.
Revaloricemos la vida,
hagamos que las ideas vuelvan a florecer
y que los campos de Castilla sean alegres parajes.
Cambiemos el sentimiento, el sentido de los barcos,
la dirección de las mareas, paremos las olas con el pensamiento
y rocemos nuestros corazones con parpadeos inocentes
y hagamos locuras que nadie se espere,
y recemos por nuestras almas al diablo,
que es el único que parece escuchar.

y estoy ante agujeros gigantes con pinchos y fuegos, 
y ángeles endemoniados tras las esquinas 
que me esperan con cuchillos mellados y con palabrería llena de vacío 
y soy tan frágil que el viento me arrastra 
y todo me puede derribar, 
y soy tan frágil que cualquier cosa me puede romper, atravesar. 
Y arden los deseos y los planes 
y el humo y las cenizas vuelan a Argentina o a Panamá 
donde nadie los puede ver, 
donde nadie los puede respirar, 
y donde los gatos van por los tejados y la vida sólo es sueño 
y los perros son verdes y franceses 
y llevan boinas y comen baggets 
y navegan a la deriva en misteriosas cáscaras 
                                                                     de nuez azul moscada enrolada en la costa, 
enroscada en la ilusión de un viejo marinero 
que solo cuenta sus memorias a jóvenes despistados y solitarios 
que beben rodeados de fantasmas y vasos medio llenos y medio vacíos al mismo tiempo.

Satán es el único que escucha,
Satán es el único que escucha,
Satán es el único que escucha,
Satán es el único que escucha.

Yavéh está de vacaciones,
Yavéh ya no me escucha,
su nombre no lo destruye,
su nombre es Satanás.

martes, 20 de noviembre de 2012

El silencio que acompaña la soledad.

El silencio, intransigente y poco permisivo,
la distancia entre palabras enamoradas,
el breve intermedio que separa
los mensajes en morse del corazón.
El silencio poético que dice todo lo que callo,
lo que escondo, la más pesada de las tristezas,
la que arrastra la vida,
la que carga el joven poeta,
la que cuentan que mueve el mundo
y que consigue congelar las miradas
y que nuestras caras pasen a ser piedra
—potencia de arena mojada—,
sobre calles secas y grises
y mares de asfalto traidor y sobrecogedor.

Rodeados por tantas almas,
estamos tan solos que nuestras lenguas se han caído
y las palabras que un día nos dieron alas
hoy nos atan a la tierra y al compromiso.

No somos libres,
y han tirado los puentes,
y nadie recuerda las escaleras al cielo,
ni a Penny Lane, sola en el parque, tramando planes invisibles
con palabras dulces de áspero significado.

Toda esa gente solitaria, ¿a qué esperan a amar?

lunes, 19 de noviembre de 2012

Rosas rojas (y puñetazos en el alma)

Ojeras en el tiempo, y en el acto
cansancio en la idea a realizar.
Esperanza diluida en un tiempo,
y de nuevo, convencimiento.

Quedan en nuestra memoria rosas rojas
y se recuerda su olor, y el dolor de las espinas,
y las cicatrices en la confianza.
El tiempo las ha secado, y las púas ahí siguen,
en punta y afiladas para quien las quiera regar.

Me sangran las manos,
                                    no pienso parar.

Paseo de almas de otoño.

El aliento, flor de aire, se despliega en nubes.
                              En la calle no hay nadie,
ni yo mismo, que piso hojas secas a pasos agigantados,
respirando a bocanadas,
                        arcadas de tiempo
y sentimientos en amalgama
a ritmos complejos
e incesantes recuerdos de un futuro abrumador.

Desierto en la imaginación del muerto
que vive en un grito de ayuda.
Clamor al cielo,
la mirada cenagosa de un vidente ciego
tortura nuestras mentes que se retuercen
en laberintos de oscuros pasillos y palabras encharcadas,
inundadas de tanto llorar.

Pequeños momentos lúcidos
y el histriónico canto de un violín agotado,
de espíritu simple y melancólico,
en su soledad esconde armónicos
                                                   y gritos de miedo.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Me pierdo.

Me da miedo cerrar los ojos
y perderme en el laberinto de mi alma,
y no saber si vivo o recuerdo,
si existo o si tan solo pienso.

Si el alma de las palabras queda vivo
mientras yo muero aquí fuera
y mis sentimientos se congelan
y se rompen en pedazos que duelen.

El viento atraviesa mi mirada
y deforma la realidad esperpéntica
con magia navideña y caridad
de bestias indolentes,
perdidas como yo.