jueves, 28 de abril de 2011

Frustración.

Quieres abrir la puerta y el pomo no cede,
quieres vomitar palabras que no salen de ti.
Te gustaría explotar, destrozar y reconstruir.

Disparas sin pistola a figuras borrosas,
oscuras, malignas, ángeles de la muerte vital.
Tienes el odio necesario para amar.

Tu cara cubierta no enseña tu naturaleza real,
escondes sentimientos de odio, ansias de hablar,
de correr y parar, de mirar, de amar de verdad.

miércoles, 27 de abril de 2011

Banal.

La rutina, agotadora, reiterativa,
aburrida, idiota y recalcitrante.
Te cansa y te mata por dentro,
no te deja respirar, estás perdida.

Te pruebas prenda tras prenda sin saber
que estás ahciendo exactamente sin él.
Sales a divertirte y eso ya te aburre,
quieres volar, pero te han quemado las alas.

Rompes la melodía del silencio con un mechero,
decides reventar la oscuridad con el televisor,
lavas tu ropa con glicerina y formol,
las heridas en tu boca no te dejan ni hablar.

Ves pasar las horas tirada en el sofá,
ves pasar los días y no te quieres levantar,
ves pasar las imágenes con tu copa en la mano,
ves pasar a la muerte y olvidas lo acordado.

Bajas a hacer la compra en zapatillas y albornoz,
vas al videoclub y alquilas lo de siempre,
vuelves apática a casa y enciendes la tele,
empieza la película, y sin contar tres, te duermes.

lunes, 25 de abril de 2011

Una noche entre las llamas.

La naturalidad encerrada en la artificialidad,
ya no se llora por esas apenadas historias.

Ausencia menuda, y es que menudos ojos.
Derritirían Plutón, y a miles de astros más,
sabes que tienes las estrellas a tu merced.

Te desnudas a navaja, sueltas el cuchillo,
montas en tu coche y gritas a susurros,
secretos a voces que en silencio hacen ruido,
quieres temer al lobo sin oír sus aullidos.

Sueñas lo imposible y lo haces de verdad,
apagas fuegos con sólo pestañear,
el viento te acaricia y se deja respirar,
las nubes te escriben poemas sin parar.

Un músico sueña con escribirte letras,
Canciones de amor que están por dedicar,
una melodía que de veras te pueda deleitar,
un susurro al oído para que veas que estoy detrás.

Amantes escalan tu balcón sin cuerda ni cincel,
sueñan con dejar esta vida parisina de ensueño,
con que les acaricies, y con que no alces el vuelo.

Yo sueño con tener entre mis brazos el deseo,
inmortal, vibrante e intrascendente de quererte,
y recitarte Shakespeare cual Perseo.