jueves, 20 de diciembre de 2012

Yo te espero, como un muerto espero.

Y te espero...
No como el vivo esperando la muerte,
aguardando por lo inevitable e impredecible.
Te espero como el muerto,
como el muerto que espera ansioso,
ansioso por salir de su tumba.
Encerrado en la magnífica soledad del fénetro.
Olor a pino en la esencia.
Sobre él, una losa, gris y pesada,
pesa sobre los recuerdos y sentimientos
de aquello que antaño fue vida,
y hoy no es más que olvido.

Al otro lado de las rejas,
donde dicen vivir los hombres libres,
pisadas coreografiadas acompañan
el vaivén del tiempo,
la diástole del tiempo agazapado,
esperando al momento para saltar.
Suben y bajan legiones de paraguas
en un falso movimiento de vacía simpatía.

Llueve sobre mojado,
sobre ideas vivas en el tiempo,
y sobre las losas del cementerio.
Llueve sobre todos
y llueve sobre nadie.

Un doctor, de simpática sonrisa,
coloca un estetoscopio
sobre el inocente alma de un chiquillo,
y escucha atento el latido de su voz.
Sólo escucha ecos.
El recuerdo del ruido
corriendo por recovecos
y pasillos que van a mausoleos.

El viento sopla,
arrastra montañas,
telas de araña
sujetando elefantes
que se balancean
en el balancín del sueño,
y del polvo de estrellas caídas.

Un loco canta el fin del mundo
y todos se extrañan. "Es un loco" Dicen.
Al fin y al cabo, un final absurdo
para un mundo absurdo,
para una sociedad sin cabo ni rabo.

Hojas secas,
viento...
eso es lo que queda,
siento...
los habituales compañeros...
cientos...
de los finales más trágicos.
sueños y anhelos...
Naturaleza muerta.
pienso,
            luego...