Vivo otra vez el frío,
bebo otra vez de la sobriedad,
la frialdad de mañanas congeladas,
y de tiempo que no avanza.
Vivo otra vez la desesperanza,
y la aspereza de beber esperanzado
y acariciando el escaparate
mientras veo la arena caer.
Y caes...
caes de bruces.
Con la mirada perdida,
rodeada de luces, me dices,
que me deje de estrellas y cruces,
(dices,
o decías...)
Porque tú has caído,
pero yo sigo clavado.
Hoy, digo adiós a mi vida, y abrazo
la esperanza de resucitar.
domingo, 13 de enero de 2013
Viajes en la noche.
Viajes en la noche,
en la eterna seguridad de la incerteza.
Caminando –volando– con seguridad,
pero a tientas.
Cubiertos por el momentáneo, pero eterno,
desconocimiento.
Brillan ciudades desde el cielo,
brillan en la noche, y dibujan
recuerdos y sensaciones,
mentiras y traiciones,
recuerdos y desacordes,
gritos de libertad
que transgreden el tiempo.
Y siento,
luces y sombras en el alma,
y demasiado vino, envenenando palabras...
Pero estas son cosas de la noche.
Es propio de la noche vivir;
así, cuando nadie nos ve.
Que no se sepa que sentimos,
¡no vayamos a molestar!
Qué porvenir nos espera
si no dejamos al corazón latir, que es lo suyo.
en la eterna seguridad de la incerteza.
Caminando –volando– con seguridad,
pero a tientas.
Cubiertos por el momentáneo, pero eterno,
desconocimiento.
Brillan ciudades desde el cielo,
brillan en la noche, y dibujan
recuerdos y sensaciones,
mentiras y traiciones,
recuerdos y desacordes,
gritos de libertad
que transgreden el tiempo.
Y siento,
luces y sombras en el alma,
y demasiado vino, envenenando palabras...
Pero estas son cosas de la noche.
Es propio de la noche vivir;
así, cuando nadie nos ve.
Que no se sepa que sentimos,
¡no vayamos a molestar!
Qué porvenir nos espera
si no dejamos al corazón latir, que es lo suyo.
sábado, 5 de enero de 2013
Poema en el vigésimo cumpleaños.
Miles de cambios y sombras
abanderan un resultado a medio hacer.
La historia del chico que creció antes de tiempo.
Como aquel jilguero que silbaba y silbaba,
en medio de la noche,
esperando a volar de por vida.
Fantasmas me acompañan,
pero las cadenas... Esas las llevo yo.
Una lágrima derramada en un charco
sucio y lleno de reflejos miserables,
con el que, por accidente, choca la luz,
y crece un arco iris,
y entre nuestras palabras brotan plantas
y luz de nuestros ojos.
Y el sonido de besos mudos se convierten
en banda sonora de mi vida.
Victorias y derrotas, sangre y sudor, gritos y lágrimas...
Sal que acaricia las asperezas del curtido paso del tiempo,
agujas que marcan la hora y se clavan en mi sien,
haciéndome recordar...
Tiempo... Inclemente pero justo,
hoy la historia se hace eco a través de los huecos
que dejaste en tus idas y venidas
para guardar porciones de alma.
Ayer, miraba al mundo
desde mi pequeña parcela de silencio y melancolía,
y hoy, soy latifundista,
y crecen en mis tierras girasoles y margaritas,
amigos y sonrisas.
Árboles y flores, que son de día refugio,
y en la noche,
laberintos y bosques, por los que resuena la miseria,
y las risas indolentes.
El rey muere,
quizá ya esté muerto.
El Sol cae,
quizá ya haya caído.
El príncipe se alza,
y todos callan.
La Luna reza
con rostro apacible.
El otoño cae,
la primavera avanza.
El poeta muerto
recibe una alabanza.
abanderan un resultado a medio hacer.
La historia del chico que creció antes de tiempo.
Como aquel jilguero que silbaba y silbaba,
en medio de la noche,
esperando a volar de por vida.
Fantasmas me acompañan,
pero las cadenas... Esas las llevo yo.
Una lágrima derramada en un charco
sucio y lleno de reflejos miserables,
con el que, por accidente, choca la luz,
y crece un arco iris,
y entre nuestras palabras brotan plantas
y luz de nuestros ojos.
Y el sonido de besos mudos se convierten
en banda sonora de mi vida.
Victorias y derrotas, sangre y sudor, gritos y lágrimas...
Sal que acaricia las asperezas del curtido paso del tiempo,
agujas que marcan la hora y se clavan en mi sien,
haciéndome recordar...
Tiempo... Inclemente pero justo,
hoy la historia se hace eco a través de los huecos
que dejaste en tus idas y venidas
para guardar porciones de alma.
Ayer, miraba al mundo
desde mi pequeña parcela de silencio y melancolía,
y hoy, soy latifundista,
y crecen en mis tierras girasoles y margaritas,
amigos y sonrisas.
Árboles y flores, que son de día refugio,
y en la noche,
laberintos y bosques, por los que resuena la miseria,
y las risas indolentes.
El rey muere,
quizá ya esté muerto.
El Sol cae,
quizá ya haya caído.
El príncipe se alza,
y todos callan.
La Luna reza
con rostro apacible.
El otoño cae,
la primavera avanza.
El poeta muerto
recibe una alabanza.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)