sábado, 25 de agosto de 2012

Si yo fuera Eneas...

No quiero caer en el juego sutil de las burdas indirectas, 
porque lo que te tengo que decir, es a cara descubierta... Besarte la boca...
Cerrarte los ojos, contarte mil historias, sentarnos en esos bancos, 
bajo esas nubes toscas, y esa luna que llora.
Recordarte nuestras canciones. Tu vieja guitarra. Esa sensación al abrazarte. 
Tu ropa solía ser azul, pero mi vida era rosa.
Mi delicada poesía, mi salvaje prosa. Mezclarte hortensias con rosas. 
Desvelarte, con un trapo, el contraste, encontrarte... 
Besarte la boca.

Ya no sé si me explico, pero quiero decirte, que si yo fuera Ángel González, 
haría lo posible por ser Xuan Vijande y recordarte lo que siento,
Que la vida se acaba mientras clavo mi pupila en tu pupila azul, 
mientras vuelven esas negras golondrinas y canta la rosa,
La inmarcesible rosa que no canto. 
Y todos los poetas vienen a mi mente para decirte lo que te echo de menos,
lo mucho que te pienso.

¿Esto es suficiente? ¿Te vale esto? Espero que no, 
porque tengo un repertorio basado en besos y abrazos, 
canciones y poemas, sentimientos de marzo a marzo.

Despiertas mariposas en mí, y las oigo en cada tic, cada tac, 
paso a paso. Rápido, despacio...
Tu estela quiebra el aire, y por eso, a tu espalda, me suelo quedar en blanco, sin respiración, anonadado... ¿Te he olvidado? ¡Já!
Considéralo, en tus sueños, considéralo. 
Estoy aquí, esperándote, pero pienso ir a por ti 
y no me perderé ni un pestañeo más.
Porque de tu pestañeo nace la inspiración,
el tambalear de estas letras.
Viéndote, se me eriza hasta el alma,
y siento a cada palabra, que cada vez te quiero más.

Y es que arriesgo en cada paso, pero si no lo hago, siento que te mueres, 
que desapareces, y que del jugoso sentimiento,
de esta magnífica inspiración nacida de la ilusión más alta, 
resurge el más oscuro de los grises. La monotonía, de nuevo el ayer.

Permíteme decir, con voz alta y buen porte, que ya he cerrado esa etapa, 
y que ahora lo que quiero es verte y oírte, y besarte.
Y me siento en un no parar, en un remolino de sensaciones. 
¿Qué es este sinvivir? ¿Qué hago aquí escribiendo al viento?
¿Te divierto? ¿A caso sale de ti una mínima sonrisa al leer esto? 
Dime que sí, dime que ha vuelto ese antiguo sentimiento.
¿Me caigo si dejo de escribir? Es como si estuvieras dentro de mí. 
No puedo parar. ¡¿Qué me has hecho?!

Aún recuerdo la última vez que te hablé cuando aún íbamos al colegio. 
Yo te cantaba estúpidas canciones bajo el azul cielo.

Es extraño, como al mismo tiempo, siento que me paso, pero a la vez siento que no llego.
Que mi respirar es más corto y tus pestañeos siempre eternos.

Quiero besarte la boca, y sentir tus labios, y que aunque me sobre el aire, 
sentir como el corazón se ahoga y el tiempo se para y llega la hora.

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