miércoles, 17 de octubre de 2012

Ser y no ser, nunca hubo cuestión. (Pensamientos)

Ayer fue lunes, empezaba nuestra semana. Todos dicen que el lunes es el peor día de la semana, pero yo discrepo totalmente de ello, a mí me parece el mejor día de todos; sí, el lunes. El lunes es la mañana, la tónica, la cabeza, por lo tanto es aquello sobre lo que se construye la semana y es lo que le da una forma definida, de ahí esa eterna discusión sobre qué día realmente encabeza la semana, todas las culturas quieren que la semana sea como ellos quieren que sea. El lunes es el renacer de la semana muerta, con lo que se inicia el ciclo, y ese ha de ser el momento en el que tenemos que vivir con mayor intensidad, sintiendolo todo el doble, amando el doble, en el momento de nuestra resurrección, porque lo que empieza mal tiende a acabar mal; no podemos esperar que una casa aguante si hacemos los cimientos de papel maché.
El lunes es, así pues, el principio de un ciclo, un ciclo que nosotros hemos establecido, pero ya existía de por sí, nosotros solo le pusimos el nombre, porque todo en esta vida es totalmente cíclico.
Decía Protágoras que el hombre es la medida de todas las cosas, y así es, el hombre es la medida de todas las cosas en el sentido por el cual todas las cosas tienen la misma medida, que son a su vez las del hombre, las del reno, las del mar, las de las estrellas... Dice el Génesis, en el versículo 26 del primer capítulo, que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, dando por hecho que Dios es producto del hombre, lo que realmente quiere decir este texto es que el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza, porque el hombre tiende a crear todo a su imagen y semejanza con la perfección de las ideas, de los conceptos, que avanzan por el paso de los tiempos impasibles a los cambios, a la corrupción; son eternas. Dios es perfecto porque es una idea. El capitalismo fue creado también por el hombre, y fue creado a su imagen y semejanza partiendo de la base de la perfección de las ideas, pero el capitalismo, al contrario que Dios, es algo que cobró vida en cuanto topó con un medio, entonces fue cuando, como los hombres, se sometió a la corrupción que posee todo ente en relación a un entorno. Afirmaba Aristóteles que el ser humano es un ser social por naturaleza, es decir, que no se es un buen humano si no nos relacionamos y de hecho se han encontrado casos en los cuales niños se habían criado con animales y se comportaban de manera exacta a la camada en la que había crecido, así que un humano no es humano si no crece con relación a otros, pero a su vez, según teorías desarrolladas en la psiquiatría del S. XX, las relaciones sociales de cualquier clase nos llevan a una inevitable destrucción del Ego debido a que en relación a nuestro entorno siempre actuamos de manera distinta a como lo haríamos realmente, ya sea por nuestra cultura o por no ofender o querer agradar a alguien, siempre caminamos de manera inconsciente a esa destrucción del Ego. Es decir, que el ser humano no es humano sino es social, pero siendo social tampoco se mantiene su concepto puro. Llego así a la conclusión de que los conceptos absolutos, lo puro por completo, no existen nunca en la práctica, porque el hombre está hecho con la medida de todas las cosas y es muy narcisista creer que somos superiores al resto de la naturaleza existente en todo el Universo solo por el hecho de tener razón, que no opera más que por reacciones químicas, es decir, por la naturaleza. En definitiva, no existe lo absoluto, y por lo tanto lo que nosotros concebimos como "final" que conduce a un vacío nihilista, es totalmente imposible, porque como decía arriba, todo es cíclico. Las hojas se caen, pero resucitan en otra forma, la nubes se precipitan sobre la tierra, pero no mueren, también adquieren otra forma, los acantilados no significan el final, tras un acantilado se extienden ante nosotros leguas y leguas de mundos por descubrir; se cree que hasta el propio movimiento de expansión del Universo provocado por el Big Bang, se revertirá para volver a unir toda la masa en un super átomo de nuevo. Nada acaba, sino que resurge con otra forma, y puede que esa pequeña muerte, ese renacer no sea más que una manera de depurar la corrupción que se acumula durante el proceso de vida para volver a empezar de nuevo; y este es, en sí mismo, el principio de la reencarnación.
La creencia en que la muerte sea el final es dada porque el ser humano confunde la vida con el recuerdo de la misma. Es decir, al no estar en el pensamiento del muerto, este simplemente ha acabado. Dios existe porque permanece en nuestro pensamiento (quitando de en medio lo que esté socialmente aceptado y lo que no). Cuando alguien o algo desaparece del recuerdo colectivo es cuando muere, cuando alcanza su fin, no es que desaparezca, es que directamente no ha existido. Ahora mismo podría haber una casa rosa en el centro geográfico de Ohio, pero yo no la recuerdo, nunca la he visto y la ignoro, y por lo tanto no existe, y de hecho, ¿cómo puedo estar seguro de que mi instituto o la antigua casa de mis abuelos sigan existiendo?¿Y si los han tirado? ¿Y si han desaparecido? Todo se resume a la importancia que nos damos a nosotros mismos, "Ha llegado el final porque no conocemos otra cosa", es decir, "El hombre es la medida de todas las cosas" cuando en realidad "Todas las cosas tienen la misma medida", y sí, tenemos razón, y sí, cuando dormimos nuestro corazón sigue latiendo, ¿pero no es posible que haya una inteligencia mayor que nos haya hecho a su imagen y semejanza?¿Y si la razón no fuera más que la reproducción de la razón mayor del cosmos?¿Por qué si no va a existir una mente colectiva?¿Por qué si no íbamos a necesitar de la relación con otros y con un medio? Somos parte de la naturaleza, y como tales, estamos supeditados a una naturaleza mayor y a un orden del Universo que permita que cuando tengamos calor sudemos para refrigerar el cuerpo de manera involuntaria, que nos enamoremos, que llueva y que por ello crezcan las plantas que a la vez producen oxigeno, que permiten nuestra vida... etc. esta organización del universo me hace pensar que nada debe ocurrir por casualidad, sino que todo se debe al principio de causalidad, que todos los hechos se deben a una acción anterior, por lo tanto todo lo que conocemos es el inmenso efecto dominó desglosado desde el big bang, o cual fuera el inicio de los tiempos si es que hubo alguno.

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