martes, 29 de mayo de 2012

En la oscuridad, rodeado de luz.

Cerré mis ojos solo por un momento
y el tiempo desapareció en la penumbra de la noche más cerrada,
sólo como lo hizo la tristeza,
sólo como lo hiciste tú.

En aquella cueva de penumbra apareció,
como por arte de magia,
un tigre encendido en luz
con un corazón en la boca.

De pronto, el caballo verde con cabeza de pato habló,
lo hizo en alemán, pero todo tuvo sentido:
Eins, zwei, drei, vier ...
(Uno, dos, tres, cuatro...)
Salté a la realidad y estaba solo, destrozado.
Cada puño, cada golpe recibido pesaba en el alma,
sólo como pesaba aquel adiós,
sólo como pesaba aquel saco lleno de lluvia de tristeza.

La calle era grande, yo creí que iba a morir,
pero allí estaba él, con esas gigantescas alas de bronce
que pesaban menos que el aire que respiraba,
menos que los golpes, menos que el adiós,
menos que tú y yo tirándonos por aquel acantilado,
esperando ser rescatados por cualquier ángel plateado...
Pero los ángeles no son plateados, son cobrizos
y esperan a la puerta de un bar.

lunes, 28 de mayo de 2012

Todos somos Dios.

Vivimos por y para Dios y descubrimos un buen día que todos somos Dios y que todos somos vida y que allí donde estamos llega Dios por esa misma razón, porque somos Él. Vivimos, entonces, por y para nosotros mismos, para enriquecer nuestro alma, para enriquecer el alma del vecino y del amigo que nunca te deja solo, del hermano, del prójimo.

martes, 1 de mayo de 2012

Muerte, tierra y cine.

La sombra del ciprés arde
y los pájaros pían de alegría.
No más sombras de muerte.
Las frías tumbas se estremecen
abrazando al ocaso de la vida.
El viento de cambio se lleva la gravilla.
El cineasta de salón y tristes exteriores
graba su nueva película:
"Oda al fin de la vida".
Sonríe y mete las manos en la tierra
para alcanzar los tétricos restos
del pasado sepultado por recuerdos,
y las saca llenas de oscuridad y nostalgia.
Los actores beben y recitan su papel.
La crítica dice "Hasta los muertos hablarán de él".
Mientras, remueve la tierra y los muertos,
y los planos vacíos de vigor llegaron al cine.
El miedo sin sobresaltos,
el cielo besando el asfalto,
el público llora, se levanta (aplaude).
Entre ruido y palmas murió el cineasta.

Alegremente te odiaría.

Tristemente te quiero,
cuando pasan las olas,
casi sin saludar,
y te despeina el viento
de tan amargo "adiós".

Tristemente te quiero
cuando, en planos transversales,
los universos nos rozan al narrar
la historia de milenios de marcha atrás.

Tristemente te quiero
cuando no dejas pasar el tiempo.
Mi eterno invierno,
el frío me congeló.

Tristemente te quiero
porque en la eternidad de
mil soles ardiendo
tu sigues congelando mi aliento,
mi pequeña parcela de tiempo en tu tiempo,
la línea que separa el cosmos del bostezo,
la luna que me convierte en un lobo hambriento.